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Viaje a Sucre

Todos se fueron después del cumpleaños de mi hermano Jorge, yo dormí un rato, ustedes también dormían porque no tenían costumbre de dormir tarde, era sábado. Después de tomar desayuno, arreglamos todo para nuestro viaje a Sucre, Lulú me dijo que lleve dos colchones porque había alquilado una habitación independiente para que los chicos duerman allí. El Domingo como de costumbre a la Iglesia y comer una salteñitas por ahí o llevar a la casa, la verdad cuando he sido más pobre pero sola con ustedes creo que todos éramos felices ( o solo yo lo creo) pero era feliz con mi trabajo y con el tiempo que pasábamos juntos, al menos eran muy alegres, el Iván con sus investigaciones, la Nadia con tortícolis de sacar dibujos de miniaturas a grande, pero no cedía y contaba su ropa para que no se la de a la Aimée, la guagua lloraba de todo y de nada, una vez me dijo que el Iván le había pegado y lloraba como Magdalena, le pegué al Ivancito que hasta ahora no puedo perdonarme, me traicionaron mis nervios, ayyyy hijo, perdón por esto. A las chicas nunca las toqué, pero no sé porque a mi hijito amado, en fin que pasaría ese momento, pero siempre me he sentido culpable. Antes del martes, vino el Adolfito y me dijo, tía, nos dejarás? sin pensarlo le dije no, vendrán conmigo tú y el Chori, quedamos a las 4 en la parada de la flota Diana que era en la puerta de San Francisco, mi hermano Jorge pasó esa noche por mi departamento y también me dijo, la puedes llevar a la Charo con el Fabrizio, por supuesto el pagaba lo de su mujer, llama a Lulú,le dije, ya lo hice, me contestó. Sabes quiero descansar un poco, peleamos mucho y así vemos si seguimos adelante o no, Lulú aceptó, yo viajo con ellos encantada, tenemos que ir temprano por los boletos, que te venden antes de partir el bus. Al fin llegó el martes 18, nos fuimos en dos taxis,con el cargamento  de colchones, en esa poca la gente era educada, los taxis  te trataban bien y hacían lo que podían por ayudarte, no eran como son ahora, con sus caras de fieras que parece que te quieren comer, era gente educada y buena, cargamos todo, el Adolfito y el Chori  irían directo ahí. Llegamos para comprar los boletos, yo compré 8 boletos, para nosotros 5, la Cecilia, el Adolfo y el Javier, la Charo dos para que el bebé se pueda dormir en un asiento, eran grandes y cómodos, llenamos la flota, ni un pasajero más, los chicos  no llegaban los chicos, ya estaba  sin saber que  hacer, ya casi a las cinco aparecen y les digo que pasó? el Javier me dice, el Adolfo se olvidó su almohada y tuvimos que volver a la casa bueno ahora todos a sus asientos, nos acomodamos  muy bien toda la flota nuestra, no era tan grande como ahora son, pero muy felices partimos hacía  la ciudad más preciosa de Bolivia.

Ese viaje me pareció un sueño, años que no habíamos tenido una vacación, ustedes cantaban reían, peleaban por algo, era tan bueno el viaje que hacía las 7 -8 de la noche nos sirvieron algo de comer, cada uno tenía su bandeja como en el avión, el paisaje era muy árido, en esa época el alto era solo aeropuerto, no habían más que unas cuantas casuchas en el camino, comimos y nos alistamos para dormir, lavarse dientes, cara y crema, el Iván odiaba la crema Nivea. Había al fondo un baño limpio, y además éramos nosotros, si hay algo que me equivoco, me corrigen, yo lo recuerdo así. Era muy feliz, poder darles a mis hijos una vacación y a los dos chicos también, me sentía tan satisfecha de no haberlos dejado  y disfrutar de lo poco que teníamos, entre todos. Recién conoceríamos la casa nueva de René y Lulú, en mesa verde, lejos de la ciudad, eso decían, ahora queda en el centro. Llegamos al día siguiente  en la tarde, luego de pasar por la campiña Chuquisaqueña, verde, las pérgolas llenas de uvas, lista para cosechar, negras y verdes, dulces, era un sueño, por supuesto nos dieron desayuno  que era un té, a los niños les dieron café con leche, la guagua no quería nada, se indispuso mucho, estaba amarilla, yo también tomé un té puro,en esa época era flaca y no era comilona, el almuerzo fue igual, casi no comimos la guagua y yo pero los demás comieron se tiraron comida, de todo ,pero estábamos felices, eso cuenta. Que viaje hermoso, pero llegó el final como todo, pero eran tan buenas personas que el chofer de la flota me dijo, señora donde va ir? le dije a Mesa verde, donde el general Quiroga, me dijo, no, no puedo dejarla aquí,con tantos niños, la llevaré hasta su casa,con todas sus cosas, y cuando vuelva a La Paz, nos llama y vendré a buscarla, se imaginan, qué alegría, no hubiera sabido que hacer, Lulú tenía teléfono en su casa, me presté de la oficina d la flota y le avisé que llegó el regimiento..Llegamos a mesa verde y salió Lulú con una llave para poner todas las cosas en el cuarto que había alquilado para nosotros, y dejamos ahí todo revuelto, gracias de nuevo  al chofer con una pequeña propina, digo pequeña porque se merecía mucho más…

Arriba: Javier, Aimée, yo y Tatiana
Abajo: Nadia, Charo con Fabrizio y Cecilia

En la familia Bonadona Peña, estábamos acostumbrados a compartir todo, era una costumbre que mamá mantenía para que sepamos compartir y ser buenos hermanos. No estando mamá, Lulú se quedó de madre, era la mayor y ella que tenía seis hijos, y nosotras, o sea Betty y yo , la considerábamos  una madre siempre por ser las menores Lulú nos criaba como hijas, Betty siempre viajaba con Lulú a los destinos de René, yo era más apegada a mi mamá, me costaba mucho dejarla así que me quedaba en casa con ella, por eso por muchos años la casa de mi mamá era mi casa, donde yo vivía era la casa del Nanhy. No quiero irme lejos.  Entramos a la casa, no la conocíamos,  había un pequeño jardín adelante, era una reja blanca grande para poner el auto, o sea tenía unas vías para auto, se entraba por la puerta pequeña también  blanca, estas son aún las puertas, claro aquí están maltratadas pero eran nuevas y blancas, se deben acordar. Pasamos esas rejas y pisamos un pequeño jardín de la puerta chica y entramos abriendo otra puerta   que daba al living comedor, con la avalancha nuestra  pusieron dos camas en lo que era el living, porque saliendo estaba la cocina y había en el patio, una galería  dónde estaba el  comedor tenía  una mesa gigante y no sé cuántas sillas.  Bordeando  el living había unas habitaciones ocupadas, la primea por Evelia, el flaco y sus dos hijos, Sandra y Eduardo, tendrían 3 y 2 años más o  menos, luego la del medio era de Lucha y René, la otra era de Susana y Manuelito bebé. Al frente se fueron María, Nadia, Ivancito, Adolfito y Javier  en el living había una cama donde dormía la Charo con el Fabricio y en el suelo tendíamos un colchón dónde dormía la Tatiana con Cecilia y la Aimée, (si estoy mal y alguien se acuerda me lo hacen saber, yo me acuerdo esto)salimos afuera y era hermoso, lleno de plantas había un pilón donde podían bañarse los pequeños una gruta con la virgen de Lourdes, hecha de piedras blancas, planta de locotos en la pared, árboles de durazno y ciruelos, frutillas, me encantó, todo con pasto verde !qué bonita era!!!

La puerta de entrada de la casa de Lulú en Sucre
Flores en el jardín de la casa de Sucre

Salimos al jardín y al fondo que vemos, UN HORNO DE BARRO eso ya no existe ni yo conocía de verdad, solo en historietas, pero éste era verdadero, a  un lado su pala para hornear, sacar las latas con panes o tortas, era increíble, todos reíamos porque nadie conocía, estaba próximo el cumpleaños de Evelia, así que Lulú dijo, ahora a comer algo y a dormir , yo siempre me levanto muy temprano, así que me pareció bien, fuimos al frente a arreglar las cosas hasta la hora de comer, tendimos las camas nos arreglamos como pudimos, creo que todos éramos felices, yo llevé mi ropa y de la guagua al frente, no toda, dejé para cambiarnos ahí porque habría mucho desorden, y en el cuarto había donde guardar todo,  sucedió tal cual, creo que nadie tuvo sueño porque tomamos desayuno juntos, dos turnos, pese a la enormidad de la mesa, Lulú dijo , limpien bien la mesa porque haré pan para estos días, todos ayudamos y el Adolfito  se convirtió en el panadero oficial, él sacaba y metía el pan, agarró al tiro cuanto tiempo, cuan tostado todo, poníamos las latas las otras ya salían, creo que era un quintal  de harina blanca, mientras Lulú y Adolfito hacían pan, nosotras limpiábamos la casa y María empezó a cocinar y nosotras ayudábamos en todo. Por la casa caminaba un cerdo, y René dijo, lo traje para festejar el cumpleaños de Evelia, terminaron el pan, comimos y nos alistamos para salir, por supuesto previo baño, todos éramos muy limpios, al frente había un pequeño parque con columpios y María dijo es de mi papá, así     que se adueñaron del parque y no dejaban que nadie más  se columpie, salimos esa tarde todos a pasear, lo maravilloso era el buen clima y que no había más que una y otra tienda, así que nadie se antojaba de nada para navidad, el trato fue, viaje sin regalos, pero creo que nunca fuimos tan pobres y tan felices.    Conocimos la plaza principal 25 de Mayo, la calle Arce y la tienda del Salvador esposo de Susanita, padre de Manuelito, gran señor amable y muy bueno, la Susy vivía con su mamá porque Manuelito era muy chiquito y ella tenía miedo de estar sola, entonces Salvador vivía en su casa, con su hermano y su cuñada. La Charo se adaptó muy bien con la Susy y criaban a Los dos bebés,  les daban todo igual.  René tenía un auto Studebaker, viejo antiguo, pero cada noche el flaco más osado robaba las llaves de su bolsillo y nos llevaba a pasear, el chorizo era tan pequeño que lo llevábamos   en la parte de atrás en el espacio del sillón y el vidrio, ( se entiende verdad?) donde se ponen los paquetes, casi no habían autos y en la noche menos, así que poníamos música, la señora chichera y escuchábamos en el auto, reíamos a morir, creo que  solo en tu niñez o juventud puedes reír de esas tonteras, porque ese momento tu vida es bella, NO hay otra explicación y siempre recordé este tiempo como el mejor de mi vida, todo era amor y alegría. Hijos chicos problemas chicos, René era el abuelito y le enseñaba a jugar póker al Ivancito era el mejor cuñado que nadie pudo tener. Lo amábamos.

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