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Casa por…

Como decía anteriormente, la vida transcurría sin mayores problemas aunque yo ya notaba que el Nanhy cambiaba mucho, venía muy tarde parecía siempre fastidiado, ya casi no hablábamos.

Iván y Nadia

Entonces vendió el auto y yo le dije compremos una casa que hay en venta por la plaza España, era de tres pisos, dos tiendas abajo y dos pisos más, yo le dije vivimos arriba, el segundo y las tiendas las alquilamos, y luego podemos comprar algo mejor, a todo esto yo estaba embarazada de la Aimée , y por eso quería casa, que iba  a hacer con tres hijos, en toda mi ignorancia pensaba que era lo mejor, creo que lo hubiera hecho, pero tu abuelo Oscar  vino y le dijo como vas a invertir en una casa , es plata muerta, yo escuché eso, le dijo vamos a hacer un negocio con la Argentina, traeremos aceite Cocinero  que aquí no había, y ganarás el 100%, eran más de diez mil dólares, porque gastaba de ahí para los gastos de la casa.   Se fueron  a la Quiaca, ni voz ni voto  no tenía, la mamá Rosa se opuso, pero no escuchó a  nadie, pasaron como 20 días o más, y volvieron,  el Nanhy tenía una traza horrible, una cara de trasnochado y tenía una lata grande de 5 litros de aceite, me dijo esto es lo que me queda, se habían gastado en  la Quiaca en sitios malos, borracheras,  mujeres y de todo lo peor, seguro que les robaron, yo no sabía que mi suegro era un mujeriego y que hacía bacanales  en la Quiaca, lo miré al Nanhy con una furia quería matarlo, no podía por supuesto, pero ahí se cayó todo, me dije:  a él no le ha importado sus hijos, ni el que viene,   estaría  de 6 o 7 meses o sea gorda, gorda,  lo único que hice fue llorar hasta casi desmayarme, llorando me quedé dormida.   Ahí   lo supe, mi corazón se cerró para siempre, no podía perdonar, y nunca pude, todo lo contrario, fui acumulando rencor y rabia, no soy rencorosa, nunca he sido, pero ya verán por qué  no pude perdonar.

Auto rojo y blanco
Iván y Liliana