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Casa Sopocachi

Olga, Carmen y Tita

Ustedes se deben acordar de la casa de la Forno, o sea  el departamento grande  donde vivía la Tita antes de irse a su casa en Calacoto, bueno entramos y que creen? la primera persona que veo a la Carmen  con el Adolfito y gorda como yo, o sea  que el Lucho  la hizo traer a su lado,  les  diré como nos acomodamos, pobre tu abuela Rosa, la casa era de ella y creo le caímos todos, el Reynaldo,  la Tita , la Liliana  y el Oki  por nacer,  en el cuarto grande  con las ventanas largas, tu abuela en el cuarto del medio  nosotros en el último el que estaba al lado del baño, y en el piso de arriba con la terraza vivían el Lucho, la Carmen y el Adolfito, Javier en camino. O sea éramos un familión,  iban a ser 6 niños.   Esa noche cenamos en el comedor que era grande, separado del living, siempre  tu abuela ponía mesas muy bonitas, con manteles blancos  almidonados y servilletas de tela, la cena era sopita clara, segundo plato de carne o pollo, , postre y café, yo no sabía nada del café así que no tomaba, esto se repetía cada noche, había una cocinera y una de adentro como decía tu abuela, o sea la que arreglaba  y limpiaba la casa, el almuerzo era otro rito con una ensalada antes de la sopa,  las sopas eran  chairo, etc., esa noche no sé cómo dormí, me imagino bien, lo único que quería era ver a mi mamá.  Tenía que esperar que alguien me lleve, yo no  tenía  idea donde estaba, solo sabía que era un cerro lleno de montones de tierra y piedras y eso me hacía llorar. Yo me levanté a las 6 de la mañana y desde entonces hice lo mismo por décadas, preparé  el porridge que era avena con leche y mitad de huevo y una mamadera de leche, pero esa mañana mi Ivancito estaba verde, mal, me puse a llorar y pedía un médico no sé quién fue y trajo al Dr. Asbún que  vivía al frente pero era cirujano, pero igual salvó a mi hijo, le dio suero y no sé que más, pero a los dos días Iván estaba sano, todos los día eran así, solo que yo ya hacía el desayuno para el Adolfito porque sus padres dormían a pierna suelta y nadie lo atendía y yo veía su carita, era blanco casi transparente y flaquito entonces los sentaba a los dos en la mesita de la cocina y les daba de comer, comían bien y se ponían a jugar, me olvidé, estaba la Liliana también, pero a ella la atendía la empleada, cuando ya se levantaban todos, yo estaba bañada y vestida, la cocinera ponía la mesa y todos juntos, ya bañados y vestidos, excepto Carmen que no se levantaba hasta las doce, la cocinera le llevaba  el desayuno a la cama,  tomábamos el desayuno, había de todo, se acababa el desayuno, nadie alzaba ni una taza y los hombres salían, no sé dónde, el Nanhy no trabajaba aún, pero iría a dar sus informes no sé, arreglaba mi cuarto, lavaba la ropita del Iván, la secaba y planchaba, por supuesto no ese minuto, durante el día, el primer día yo asolo quería ir donde mi mamá, a nadie le importaba, al fin el Nanhy se compadeció y me llevó en un taxi con el Iván , me dijo te recojo a las doce, no entró, nunca entraba, eso ya me pareció raro, no dije nada, mi encuentro con mi  mamá se pueden imaginar, era más lo que lloraba que lo que hablaba, se hicieron las doce, me tenía que ir, sin saber cuándo volvería, no sabía ni donde estaba, pero alegre por haber visto a mi mamá después de años, ella me decía has cambiado mucho, para mí ella estaba igual que la dejé.

NACIMIENTO NADIA

Diariamente la vida transcurría así, llegó abril y el 19 yo estaba indispuesta, en la noche  el Nanhy me llevó a la clínica «Santa Isabel», que según decían era lo mejor de lo mejor, el 20 de abril a las 4:15 a.m. nació una niña, bella como el sol, sin un pelo, blanca como la luna, cuando yo vi a  los que habían nacido, me quede feliz, ya no me preocupé que me la cambien, ella era las más blanca y rubia, sin un pelo, todo lo contrario de Iván que nació tan peludo.

En la tarde vino a verme toda la familia, llena de regalos, nadie podía creer que acababa de tener una hija, estaba con una bata y un hermoso camisón, la gente que quería ver al bebé tenía que ir a la sala de los recién nacidos, al día siguiente me dieron de alta. Ya tenía dos hijos y aún no sabía ni cómo llegaron. Pero los amaba tanto y los veía tan hermoso, no creía que podían ser mis hijos. Los cuidaba como a cristales, los bañaba, los vestía con hermosa ropa, no dejaba que nadie se acerque por los microbios, yo creo que era feliz así, aunque creo que al Nanhy le parecía aburrido, teníamos un auto cero kms. Ford que trajo el Nanhy, yo no participaba en nada de dinero,  tenía casa, comida y empleada para que limpie, yo me encargaba de la comida de mis hijos y de la  ropa de los niños  y mi ropa, lo demás lavaban las empleadas, ahora pienso como podían resistir tanto trabajo, a mano lavaban, manteles, servilletas, sábanas, camisas, etc.,  planchaban, almidonaban, etc., ¡ qué horror! cada día se cambiaba mantel y servilletas.

Tu  abuela me enseñó a cuidar  mi ropa, porque ella también cuidaba la de ella, tu abuela me enseñó muchas cosas que hasta ahora agradezco.

BAUTIZO NADIA

Los padrinos bautizando a Nadia

El 5 de junio de 1955, se bautizó la Nadia  con una gran fiesta,  mi mamá y mi hermano Emilio eran los padrinos, mi papá no vivía en La Paz, ese día era su cumpleaños, fue una gran fiesta  y el reconocimiento de la dos familias, Adolfo era amigo de tu papá, vinieron todos, Emilio estaba muy bien económicamente y se hizo cargo de toda la fiesta, champan, whisky. La cena encargada deliciosa, esa noche Lulú y Emilio bailaron una milonga que dejó a todos mudos y aplaudieron hasta morir, nunca se olvidaron, pero tu papá como siempre a hurtadillas, casi no participaba, fue hasta salir el sol, nadie se emborrachó, nadie peleó, todos contentos, yo pensé que de ese día en adelante las cosas serán mejores.

Iván, yo y Nadia