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Otro regalo de Dios

Estoy en una confusión  porque vivimos tantos traslados, pero empezaré por lo que recuerdo, de los claveles nos fuimos arriba donde el Manuel, abajo vivía una señora beniana con su inquilina una holandesa preciosa chica, con un hijito de un año y otro en camino, su marido era un bribón de lo peor.

Alguna cosa ya más o menos recuerdo, cuando fui a buscar el departamento donde el Manuel, me dijo el de arriba está casi vacío y es de su cuñada, por qué no se viene ahí hasta que desocupe el de abajo?  Me  pareció bien, entonces tomé mis pocas cosas y nos instalamos donde era living -comedor, bastante grande, puse un comedor los catres de los chicos y la cuna del bebé estuve bien.   

 Al fin vivía en un departamento habitable, lo arreglé con lo que teníamos y de ahí es el cuento de la cocina eléctrica, ya te dije cocinábamos  con anafe y una hornilla  chiquitita de esas que tienen resistencia que se ve, eso vio  la Tita seguramente  porque fue el Reynaldo  que me dijo puedes ir a la casa Holguín, trae cocinas y refrigeradores pídele una a mi nombre te la dará al crédito y pagas poco a poco, yo volando fui  hice eso, me dio mi famosa cocina de toda la vida, pero yo tenía una alegría increíble, cuando llegó tu papá, me hizo llorar porque me dijo yo no pagaré ni un centavo, sabrás de dónde sacas, o tendrás que poner agua, porque con qué comprarás comida, yo le decía no importa, poco a poco lo haré, yo no quiero ver eso, ahora te vienes aquí más alquiler. No podíamos vivir en los claveles, era terrible, no te dan pena los niños con tanta oscuridad, aquí tenemos luz, le dije al Nanhy y el me dijo: yo te daré lo que tenga y tu verás que haces al final siempre sales con tu gusto, y encima ni ese hijo es mío, tu verás.   Pero él venía y comía de lo poco que teníamos, tu abuela me mandó a la Margara, una chica del pueblo de Santiago de Machaca, de ahí eran todas las empleadas nuestras, ella me dijo si el Nanhy no quiere pagar yo te la pagaré pero ya no puedes esta así, (ahora dime, como no iba a querer a tu abuela, si ella me sacaba hacía adelante siempre ) yo no contaba nada ni a mi mamá  ni a Lulú, pero a Gladys le tuve que contar porque ella tenía auto y vivía en la Ecuador, ella me dijo en cuanto sientas los dolores  me llamas, yo no tenía teléfono, era al frente el teléfono, le dije si, tu abuela no vivía aún en su casa que conocieron, seguía con la Tita.  Me preguntó mi hermana donde tendrás a tu hijo? no sé le dije, no tengo plata, tienen seguro? si, de la caja, bueno te llevaré al maternológico, era camino al alto, yo no sabía ni que era, llegó el día 21 de julio que yo siempre me acordaba como este pueblo pudo ser tan criminal, hoy no nacerá por nada, me aguantaré, igual me hice llevar con mi hermana al maternológico y felizmente me dieron una pieza sola, verde, me acuerdo, yo no quería tener dolores, pero ya no podía más llegó la madrugada  y a las 4.15 nació Tatiana, bella como el sol del amanecer, rubia y blanca, una criatura increíble pero flaquita, Dios me premió con mi hijita, tú padre no apareció. Todo el mundo vino y Gladys me dijo mañana te vas, yo te recogeré y la niña?, le pregunté, no la han traído todo el día, ella me dijo o sea Gladys, sabes la niña tuvo algún problemita y la han llevado al obrero, que pasa? que me digan, ella me dijo no pasa nada, es precaución, mañana te llevo a tu casa y el viernes la recogemos, yo te llevaré.  Entonces me fui a casa muy triste y como loca me puse a  limpiar la casa, yo pensé que era mentira, que algo grave había pasado y no me decían, por fin llegó el viernes fuimos al obrero y recogí ese pedacito de cielo que me hacía tan feliz, solo Dios sabe cuánto quiero y he querido a mis hijos, todos han sido regalo de Dios.

Llegó noviembre más o menos y apareció la Carmen, ella sabía que estábamos allí, le pedimos permiso para vivir ahí. Llegó con sus hijos que eran 3 entonces y esperando a la Maricarmen, se acomodaron al otro lado, la señora de abajo no había cuando se vaya,  ese ataque que medió el 31 de diciembre     que ya lo comenté, me llevó al hospital 1 mes, mi mamá iba a verlos porque no había donde duerma, pero atendía a la bebé todo el día, y me llevaba a la Aimé cuando podía en las tardes un ratito, tuve que aprender a caminar, poco a poco, retorné a mi casa toda débil y flaca como un perro, se me había cortado la leche  y bueno era un desastre, el padre como siempre ausente de todo, apenas si venía a dormir no teníamos dinero, apenas teníamos para el pan , debíamos a la tienda todos los meses,  vivíamos de los que nos fiaba la pancha , la dueña de la tienda, como no me iba a enfermar, 4 niños, al fin un día me dice el Manuel, ya se van mañana y puede bajase al departamento, vi el cielo abierto, al día siguiente  con la Margara fuimos a limpiar y encerar todo, dejamos todo brillando y al día siguiente empezamos a vivir como personas.

 ¡Ay que felicidad! de tanto tiempo vivir en un departamento que era muy modesto pero para mí era  un palacio, ahí aprendió la guagua a caminar.

Tatiana y Aimée

Un día mi hermana Gladys me dice, la Aimée no está bautizada y tu me dijiste que Tatiana será mi ahijada con Reynaldo,   si le dije, y Lulú y el Mario serán de la Aimée, fue un decir porque el domingo siguiente  la llevé a la Iglesia, tenía ya más de tres años, mamá le hizo un vestidito de gasa blanco, le peiné sus rulos y salimos rumbo a Obrajes que te bautizaban sin muchas exigencias, solo fue Lulú, el Mario ni apareció y tampoco le hizo ni un regalo, pero mi hermana que era tan buena  nos invitó a su casa , fuimos allí a almorzar y pasar la tarde, por supuesto sola con mis 4 hijos. Creo que al mes te bautizamos, tenía miedo que se me pase como con la Aimée.  Esta  vez estaban los dos padrinos fue en la iglesia de Los Carmelitas, ahí en Sopocachi frente al Ministerio de Defensa, todo normal solo fuimos a la casa y allí tomamos una copita de vino y nada más, yo me quedé con ustedes en la casa que me gustaba, yo aún no era metodista, no era nada en realidad, los bautizos los hice por costumbre no porque  me parecieran importantes, allí aprendiste caminar, me regalaron un chivo que se comió todas las flores y los zapatos y se lo regalé a la Francisca, la que traía uvas, se lo llevó a su pueblo. Hasta aquí  bien, pero más o menos cuando tenías ocho o nueve meses, tu padre seguía con su cantaleta que no eras su hija, martirio, yo rogaba que no vuelva. Una noche llegó muy borracho y me dijo “mataré a ésta bastarda ahora mismo” yo estaba planchando, la plancha estaba caliente y le dije la tocas y me acerqué a él, y pongo la plancha en tu cara para que todos te vean, lo malo que eres, estaba casi a su lado y tú en la cuna jugando más allá, creo que se le pasó la borrachea pero salió corriendo. Volvió al día siguiente.

El Iván iba a un colegio que había cerca, yo soñaba y siempre soñé, primero cuando era chica y para ir a mi escuela pasaba por el Colegio Americano, y decía como podía yo estar en este colegio, luego ya cuando volví a pasar era madre, decía aquí vendrán mis hijos, como pagaré no sé, pero tienen que educarse aquí, mi sueño se cumplió pero yo sufría porque también la Nadia ya iba a la escuela, era barata, cerca de la casa, en la    Ecuador podían ir solos, pero desde ese día de la plancha tu papá no volvió a decirme nada de que eras o no su hija, pero  seguía el problema de la plata y las farras.

Nadia, Iván, Aimée y Tatiana