Ya era marzo, y me enfermé, vino el doctor y le dijo a tu papá, esta niña tiene que cambiar de clima. Desde que llegamos no hubo un rayo de sol, y después vimos que podía ir a España donde la señora María. La llamamos e hice el viaje, me fui a España pocos días antes de cumplir 16, lo que no sabía yo era que llevaba un bultito más o menos desde enero, por eso el doctor me miró el iris de mis ojos, y le dijo a tu papá, a mi nada. Salí de Liverpool en avión con dinero creo que llevé 200 dólares que era mucho en España de esa época y si necesitaba más dinero, me enviaría más tu papá.

Hacía el 15 de marzo llegué a Madrid, la cuna del requiebro y el chotis, así dicen los madrileños, me encantó desde la llegada aunque ya habíamos estado. Allí me recibieron el Lucho y su profesor Guzmán Aguilar de Ancos, gran gente, ya les hablaré de él. Me llevaron al barrio de atocha a la casa de la señora María justo donde está la estación de trenes hay una plaza redonda, en uno de esos edificios de departamentos, eran creo como seis pisos, pero ellos vivían en el segundo, un departamento grande pero de clase media empobrecida como todos después de la guerra civil. Llegamos a la casa pero el Lucho se quedó en el camino, me dijo debo irme a mi casa, así supe que ya no vivía ahí. Los hijos de la señora María eran: Maruja era la mayor con unos 40 años, Guzmán 35 más o menos, ahora puedo calcular, en ese entonces ni me daba cuenta, Conchita 25 y María del Carmen 20 y Sagrario unos 18, todos me decían que era una niña.

Me recibieron muy bien, tenían una doméstica, la chacha, llamada Paula, ganaba 100 pesetas al mes, y le daba 100 pesetas más porque me preparaba el baño cada día y calentaban agua y no sé qué más, la cosa es que yo me bañaba, la señora María que se parecía a mi mamá, para mí, me mimaba y me decía, eres una niña, y ella fue la que me dijo, esperas un bebé, y tienes que cuidarte, yo le dije cómo? y me explicó de la forma más sencilla. Ahora si ya sabía todo. Los días pasaron volando, entre risas, paseos, jugar parchís en las noches usando la mesa camilla para calentar los pies.

Comía como oso, un gran té en la Gran Vía costaba como 30 pesetas, casi nada, el cambio era altísimo, si mal no recuerdo cada 100 $us. eran unas 1500 pesetas era mucho, tu abuela le mandaba al Lucho $us. 70 para que viva y era mucho dinero, en Bolivia también. Un día vino a almorzar el Lucho, lo habían invitado, después del almuerzo el lucho me dijo: podemos hablar? sí claro, me llevó a una habitación que servía de sala y me dijo, llorando anoche nació mi hijo, es hombre, se llamará Adolfo igual que el padre de Carmen, creo que el verdadero padre se llamaba así, nunca se supo si era Carmen Cutanda o Carmen de la Serna, eso ya se fue a la tumba, solo su madre lo sabe. Me dio mucha pena y me dijo, no le digas al Nanhy, no le prometí nada, le dije trataré de no hacerlo.

A los pocos días fue mi cumpleaños no. 16, me hicieron un agasajo, torta y todo lo demás, el vestido que estoy en la foto, era de dos piezas, me hicieron hacer las chicas con un sastre, yo solo me medí y pague. Me llevaron a un estudio fotográfico y me tomaron la foto, ese día cumplí 16 y sabía que mi hijito nacería por octubre.

01/04/1953
Me llevaron a un parque hermoso, no era El Retiro, no supe cómo se llamaba, también fuimos al Museo del Prado, allí en el segundo piso, vi lo que sería mi hijo, el cuadro de Murillo que yo no sabía ni quién era. En el cuadro había un niño pastor de unos 3 a 4 años con sus ovejitas sentado en el pasto, bello, blanco y crespo, de ojos oscuros y me dije que así será mi hijo y realmente así fue, exacto, así comencé a sentir un amor loco por mi niño.

Museo El Prado – Madrid
Después de ese gran paseo por el museo del Prado, quede prendada de Madrid.
Se volvió mayo, y teníamos que ir a una corrida de toros, cosa que no sabía que existía, para la fiesta taurina más grande de España, pero era hacia el 15 de mayo más o menos, pero el Nanhy me mandó un pasaje de vuelta a Liverpool, antes de esa fecha, yo regalé mi entrada, les dije vean quién va en mi lugar, la verdad, ya me sentía gorda y quería volver a mi casa, había estado también en semana Santa. En La Plaza de Atocha pasaban las cofradías y cargaban a la virgen, a Jesús y otros santos que no me acuerdo bien, pero lo que sí me acuerdo es que se insultaban entre las cofradías, eso me impactó porque decían groserías, y todos y todas de negro con mantillas. Yo me compré una hermosa mantilla con claveles hermosos, toda negra. Fue un día de diversión para nosotros, jugamos parchís, reímos, comimos, no había donde ir, todo estaba cerrado.
