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Éramos casi los últimos en llegar, así que nos atendieron rápido y nos llevaron a nuestro camarote de dos camas, era un barquito chico esos que llevan pocos pasajeros y mucha carga, era bonito y tenía salones para almorzar, para tomar té y menú, comías lo que querías, con horarios por supuesto.
Nosotros no teníamos nadie que nos despidiera, pero era emocionante ver las despedidas, unos lloraban, otros se juraban amor eterno etc. Al Fin dejó el barco el muelle, partió nuestro barco con su conocida sirena; nos fuimos alejando, de ahora en más nos quedaban unos treinta días de viaje, con paradas para recoger pasajeros y carga.
Fuimos al comedor a cenar, escogimos el menú que queríamos y después paseamos un rato y a dormir. Era la primera vez que yo viajaba en barco, solo lo hice en el lago Titicaca en lancha, estaba impresionada del mar y ese color, azul intenso, era muy hermoso, habían tres comidas con menú, o sea podías comer lo que te gustaba más, había baile y bailábamos con música americana que seguramente ya empezaba el rock and roll.
En la mañana tocamos el puerto de Santos en el Brasil y luego Rio de Janeiro.

Hicimos muchos amigos españoles, sobre todo catalanes, había un boliviano también, que era de unos 25 años, beniano, y había una chica de unos 15 años con su mamá, creo que eran peruanas, los españoles volvían porque hubo armisticio después de la guerra civil. También conocimos a dos señoras mayores chilenas que se sentaron en nuestra mesa, eran muy divertidas, por lo menos yo reía, esa noche fuimos al cine, yo apenas había ido unas tres o cuatro veces en mi vida, así que todo era novedoso.

Después de varios días de navegar, llegamos a la Habana , que era un espectáculo esa entrada por el mar y la ciudad al frente, con unos edificios majestuosos, todo brillaba, nos quedamos todos con la boca abierta, era algo que se grabó para siempre en mi retina, allí pasamos dos días , fuimos al castillo del Morro que en ese tiempo estaban los presos políticos ahí encerrados y hacían artesanías y vendían a los turistas, yo compré una mantilla y una polvera de madera bien linda, donde estará y en mi afán de ayudar a la gente presté la mantilla y nunca me la devolvieron, me dijo mi amiga, ya te la devolví, me quedé seca, pero yo nunca me defendí, así que me aguanté como muchas cosas en mi vida.

A los dos días, La Bahamas y Jamaica , no sé cuál fue primero, lo que me acuerdo es la copa de DAIQUIRI tan deliciosa que yo no sabía que tenía ron o lo que sea, de ahí rumbo a Barcelona sin tocar tierra 27 días.

En la noche, largas charlas con amigos, baile, el rock comenzaba a escucharse y había un chico gringo que me hacía bailar cada noche, tu papá en esa época era un hombre civilizado, venía el capitán a nuestra mesa y siempre le decía a tu papá , infanticida, yo no sabía que era esa palabra así que ni me preocupaba, buena comida, buena música, cine y risas, era un viaje realmente encantador. Para mí todo era nuevo así que me pasaba preguntando qué es eso, todos eran buenos conmigo y la chica que sería de mi edad me contaba que le gustaba el beniano, tú papá le decía satán, en las noches recitaba canciones como si fueran poesías que él había escrito, y la embelesaba a la chiquita, suspiraba y me decía que inteligente que es, yo no le decía nada, era muy tímida para hablar, después de las Bahamas vino una tormenta terrible que hizo caer todo desde las repisas del baño, y se entró el agua al salón, pasamos un buen susto, no pasó a mayores, pero oíamos un trueno y ya queríamos llorar de susto, y no habían hecho aún un ensayo por si pasaba esto.